viernes, 19 de diciembre de 2014

Año que Termina Vs. Año que Comienza



Cuando se acerca el fin de año, la mayoría de las personas tienden a decir:
1.- Que se vaya este año rápido y venga otro mejor.
2.- Este año fue malísimo
3.- El año que viene voy a hacer todo lo que no hice en este que se va 

Y surge la gran pregunta?  Acaso el año es el responsable de que tú no hayas logrado lo que te propusiste a principio del mismo. ¿Que tiene el año que viene de diferente que te va a permitir hacer lo que no lograste en este?  ¿Acaso existe una especie de magia en el año que  ves próximo que te hace ser distinto? ¿ Y porque este año no lograste lo que te propusiste? 

Así se nos pasa la vida, de año en año, diciendo siempre lo mismo, sin asumir, y mucho menos entender que el año como tal no es responsable de que tú no hayas logrado tus metas. He aquí la clave. Eres tú mismo, tu energía, tu entusiasmo, tu alegría y tu emoción lo que puede cambiar esta realidad estando consiente que es justamente de ti de quien depende el logro o fracaso de tus metas y no del año en sí. El año es solo el tiempo para lograr la meta, pero el logro de la misma depende solo de nosotros y absolutamente de nosotros.

Es por eso que debemos ver el fin de año con entusiasmo, no para lamentarnos del fracaso de no haber logrado las metas, sino para enfocarnos en celebrar todo lo bueno y maravilloso que si pudimos alcanzar, de aquello que nos hizo feliz, de ese pequeño gesto que te ayudó a darle sentido a tu vida, cuando creíste ibas a caer. No es el año que termina la excusa para justificarnos de no ser constante con nuestros propósitos y haber abortado nuestros sueños. Tampoco es el año que termina,  la excusa para hacer responsables a otras personas de tu falta de disciplina con el trabajo, de tu desamor para con las otras personas con  que pudiste compartir tus alegrías. Tampoco es el año que termina la excusa para abandonar los sueños que te impulsan y te dan una razón para vivir. 

Es justo  el año que termina, la ocasión, para dar gracias, y dar gracias por los logros  alcanzados, por la alegría generada en otros, producto de nuestras acciones. Es el fin de año, el tiempo para darnos cuenta de las maravillosas cosas que hicimos, de los estudios que realizamos, de las actividades que a pesar de no estar planificadas, surgieron para darnos vida, para encontrarnos con nosotros mismos y con los demás, incluso para encontrarnos con Dios. Es justo el año que termina el momento adecuado para dar un abrazo a quien nos acompañó cuando estuvimos solosa quien compartió nuestros mejores momentos de alegrías, de risas, de emoción y porque no de tristeza. 


Es el momento oportuno para sonreír,  respirar y dar gracias por tantas bendiciones recibidas a lo largo de este año que se va, que fue maravilloso y lleno de alegrías.

Con esa misma emoción, debemos prepararnos para recibir el año que viene, que será mucho mejor, porque las experiencias que vivimos en este año, nos  han permitido crecer, nos han permitido aclarar ideas, nos han permitido establecer sueños que sabemos vamos lograr en el nuevo año, porque tenemos la alegría para hacer las cosas, tenemos el conocimiento y tenemos la sabiduría que nos deja la experiencia de la vida de este año, que cada día fue más rica y útil, para nuestro crecimiento emocional y espiritual, pero sobre todo tenemos el amor de Dios que nos bendice en todo tiempo y es la fuente inagotable de todo bien. Solo por eso estamos seguros que este nuevo año será único y con características especiales que nos permitirán decir a su fin el año que viene las mismas frases de agradecimiento que en este momento hacemos.

Solo nos queda darle la bienvenida  al nuevo año, con el mismo entusiasmo y  la misma alegría con que nos despedimos de este año que se va, no sin antes sonreír mientras hacemos la evaluación de las muchas cosas buenas que experimentamos en este año  y para mí una de las experiencias mejores de este año fue conocerte.  

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