Artículo Publicado en el blog de la Academia Internacional de life coach (ILC Academy)
http://ilcacademy.com/tocando-corazones-transformando-vidas-relatos-de-la-bitacora/
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¿Qué busca la gente? …¿Porque tanto afán… ¿Cuál es
el motivo de su inconformidad?… Quizás de su agresividad? … ¿Porque no sonríen?
… ¿Que quieren lograr?… ¿Cuál es su meta? … Mejor aún ¿Tienen metas?… ¿Saben
con qué recursos cuentan? … ¿Conocen sus habilidades o destrezas?… e incluso
¿Conocen sus debilidades? …
Son muchas preguntas para una sola persona, incluso
son muchas preguntas para un solo encuentro personal con un desconocido, que
quizás se ha topado contigo, bien sea por casualidad o simplemente ha llegado a
ti buscando respuestas.
A veces me impresiona, como llegan a tu vida
personas perfectamente extrañas a ti y que en poco tiempo, se convierten en una
razón para experimentar vida, donde el encuentro espiritual es inminente y
donde las explicaciones sobran, porque simplemente sabes que ese encuentro
viene de Dios. Es aquí donde está la respuesta a las muchas preguntas
planteadas al principio de este artículo. Convencida decía a un amigo: El gran
problema de la gente es la falta de Dios, es decir la falta de amor y es que,
es el amor cristiano el más rico experimento de amistad, donde no hay egoísmos,
donde no hay rivalidad, donde se busca el bien del otro y donde cada día hay
más herramientas para que las personas que están perdidas busquen su brújula y
empiecen a orientar sus vidas.
Justo en esa búsqueda que tiene el ser humano de
encontrar una razón de vida, me he encontrado con personas maravillosas que me
han enseñado que no importa que tan letrado seas, siempre tienes algo que
aprender, que no importa que cultura tienes, siempre habrá otra que te
impresione, que no importa que tan lógico seas, siempre hay una deliciosa
locura que disfrutar, que no importa que tan serio seas, pues siempre vale la
pena sonreír, y mejor aún no importa que tan cansado estés, siempre vale la
pena continuar viviendo, y no importa que tan destrozada esté tu vida, siempre
vale la pena amar.
Fue así que me encontré con mi coachee
Alexandro, un joven venezolano como muchos que tienen la esperanza de un mundo
mejor, que tienen sueños de mejorar su futuro, que tienen la ilusión de algún
día cambiar su vida. Todo era un sueño, solo que él no estaba consciente del
poder de su interior y menos de que los sueños se hacen realidad.
Lo conocí en una conferencia donde él hablaba de
emociones y cómo esas emociones pueden afectar positivamente al ser humano para
potenciarlo, para terminar con una técnica coach que me dejó impresionada, allí
demostró su destreza en algo que para mí era importante y la pregunta no se
hizo esperar.
-Eres Coach?
Ese fue solo el comienzo de una historia, a decir
verdad de una gran historia, ya con muchas conversaciones, muchas escuchas,
preguntas, repreguntas, donde fuimos clarificando ideas, sobre lo que para el
en ese momento era su meta, su sueño, su objetivo. Sin darme cuenta
desarrollamos la Capacidad de establecer y mantener una relación de confianza y
en ese mismo sentido me hizo convertirme en su Coach.
Cuando me percaté, estaba practicando las maestrías
de la Internacional Association of Coaching (IAC) a pesar que la
comunicación e interrelación se hacía por teléfono y por correos diarios que
esperaba ansiosamente. Allí se me daba parte de todas las actividades,
tareas y ejercicios espirituales que sugería a mi Coachee con el fin de Abrirse
e Invitarlo a nuevas Posibilidades y Ayudarlo a establecer y mantener sus
intenciones (metas y objetivos) claros.
Nuestra relación de comunicación llegó a ser tan
compenetrada que no podía pensar que alguien creyera que no se puede hacer
coaching por vías electrónicas. Todavía algunas personas piensan que los
E-Coach son un invento o un esnobismo de algunos novedosos pensadores.
Pensadores, que a mi criterio son personas de mentes amplias y que están
buscando dar respuestas a las necesidades del ser humano.
El personaje era un joven culto, inteligente y
admirado por muchos. Un Conferencista natural, que daba testimonio del talento
humano. Una persona con grandes experiencias en el mundo empresarial, pero
siempre como toda persona importante, pero sobre todo como ser humano necesita
un coach. Siempre se necesita un Coach cuando de lograr metas se trata y en
este caso la meta era conseguir un trabajo fuera de Venezuela, el lugar ya lo
tenía pensado e incluso había enviado uno que otro curriculum para empresas
especificas donde él quería trabajar y donde pensaba podía hacerlo. Solo eso
tenía cuando lo conocí, una gran ilusión de salir de país y abrirse un nuevo
destino en otro.
New York era el lugar que Alexandro había escogido
para su nueva vida profesional y el deseo de irse hizo que una mañana
cualquiera su corazón palpitara más fuerte y su emoción lo hiciera brincar de
alegría. Había recibido un correo donde lo estaban contratando para trabajar en
Nueva York con una empresa filial de la que trabajaba en Venezuela. Debía
presentarse a su nuevo trabajo, para la próxima temporada y eso era en tan solo
dos meses y dos meses es muy poco tiempo para lo que según Alexandro tenía que
hacer. Su primer instinto: renunciar a su trabajo, dejarlo todo y escapar,
porque en el fondo descubrí, que el solo buscaba trabajo en otro país para
escapar, como lo había hecho en una oportunidad anterior, sin éxito definitivo,
pero para esa época no contaba con un coach, y ahora sí. Un coach que no solo
manejaba las herramientas y técnicas para coachear, sino que también era
sensible al poder que hay en el hombre cuando se deja amar por Dios y de eso el
sabia quizás poco o simplemente lo había olvidado en el camino de su desarrollo
académico, mental y social.
“No lo voy a lograr y no tengo tiempo para
desgastarme en eso”, fueron las palabras que activaron las alarmas de mi
sistema Coach. Estaba enfrentando la primera estructura fuerte que había que
derrumbar en mi coachée. Quizás experiencias previas o su sistema de valores
dentro de un país en crisis, hacía que surgieran creencias limitantes que si no
lograba derribar, sabia le iría mal. Eso estaba claro para mí, pero tenía que
estar claro para él, porque sino, no valdría la pena nada. Era él quien tenía
que descubrir su propio proceso, sus propias creencias limitantes, pero era yo
su coach, quien tenía que ayudarlo a que él lo descubriera.
El tiempo era corto y las gestiones eran muchas,
debía escoger una técnica coach, que fuera efectiva, no había tiempo para
prácticas, además la distancia no ayudaba, el estaba en Maracay un estado al
centro de Venezuela y yo estaba en una Isla, asi mismo, en la hermosa Isla de
margarita de Venezuela, pero Isla al fin separados por el amar, en este caso
por el mar caribe.
La herramienta fue la Sonrisa, producto de todo el
potencial maravilloso que mi coachée iba descubriendo en él mismo, poco a poco
se dió cuenta, que el amor que le pongamos a las cosas y la disposición con que
hagamos lo que queremos, teniendo las metas claras, es una fuerza que
sostiene cuando se está cansado, cuando creemos podemos fallar e incluso
cuando las cosas no nos salen como esperamos.
El cambio de actitud fue la clave, para emprender
lo que para ese momento era imposible, día a día había que hacer un trámite,
día a día era un nuevo reto, día a día una nueva ilusión, que iba acompañada de
una llamada telefónica, de un correo o un simple mensaje de texto. Aquí
escuchaba, preguntaba, repreguntaba, clarificaba, estaba en el presente,
haciendo surgir opciones o posibilidades, que él tomaba y las hacía suyas, lo
que permitía mantener sus objetivos claros y lo más bello de todo era el nivel
de confianza que empezamos a disfrutar, lo que hizo crear un sistema de apoyo
que se mantuvo en el tiempo, y lo mejor, que todavía se mantiene. Estaba
practicando las maestrías del Coaching de la IAC y era maravilloso.
Así fue como un día me llamó y me dijo. “Tengo el
permiso de trabajo en mis manos. Igualmente un acuerdo firmado que indica que
cuando yo regrese, si es que regreso (aquí hubo risas), podré recuperar mi
trabajo y mi padre tener opción a seguir en la empresa”
Mi alegría era infinita, lo habíamos logrado, lo
más difícil para todos había sido posible y detrás de eso, mucho aprendizaje,
muchas alegrías, muchos cambios de actitud, muchas creencias derrumbadas, pero
había algo que lo hacía diferente y eso era que se había recuperado la fe. Si,
la fe en él, incluso la fe en Dios y eso lo estaba transformando en un ser
humano maravilloso. Sus palabras eran cada día más optimistas, con más fuerza,
con más decisión, seguridad y empuje. Era como si una fuerza mágica se hubiera
apoderado de él y lo hacía invencible, luego entendí era la fuerza del amor de
Dios que había tocado su corazón y lo estaba transformando. Su alegría su
sonrisa y su emoción traspasaban la línea telefónica, en los correos se veía
dibujada su sonrisa y los mensajes de texto gritaban estoy feliz.
Como Coach quise conectar con su alegría y
aproveche un viaje que hice a caracas y lo visité. A Dios gracias pude hacerlo
por cuatro oportunidades, antes de que se fuera. Solo contacté lo que
reflejaban sus mensajes, no fue preciso aplicar la técnica de la rueda de la
vida, para descubrir había una situación familiar que le afectaba, muy en el
inconsciente de él, pero que le afectaba. Lo sabía, por sus conversaciones,
aunque él no me lo dijo.
Seguimos el proceso y luego otra muralla, se
levantaba como obstáculo, no había pasaje para Nueva York, un problema con el
sistema político y económico de su país impedía la normalidad de la venta de pasajes. Aquí la cosa se puso dura. Esta fue otra situación que
hizo trastocar mi sistema coach. Otra vez mi Coachée me decía: “no me podré
ir, ya hice todo y no hay pasaje” Muchos obstáculos, muchas diligencias,
muchas opciones, muchas alternativas y siempre la repuesta era NO HAY PASAJE.
Nuevamente tuve que aplicar un electroshock
emocional y que él mismo se diera cuenta de todo lo que había logrado, en este
proceso y la compra de un pasaje era nada, solo que había que seguir intentando
posibilidades. Se dio una y comenzaron a fluir las cosas, pero la fe recobró su
energía y el amor de Dios seguía allí bendiciéndolo. Así fue como llegó un
correo nocturno donde decía “Ya tengo pasaje comprado para Nueva York” los
detalles a continuación.
Nuevamente, mi emoción era tan grande que parecía
que la que iba a viajar era yo. Allí entendí la frase de la International
Association of Coaching: Viviendo las Maestrías #LivingTheMaestries.
Estaba coachando y estaba viviendo las maestrías de la IAC, estaba feliz, me
sentía feliz y esa felicidad todavía perdura.
Pero había quedado una situación familiar por allí,
sin resolver, que decidí dejar en Oración, porque nunca fue explicada por él,
pero si entendida por mí. Esta era una muralla de muchos metros de altura, de
roca fuerte y cemento viejo, pero como dije al principio, cuando se mezclan
las técnicas coach, con el inmenso amor de Dios, no hay muralla por muy fuerte
que sea, que no se pueda derrumbar. Y esta muralla la derribó el amor, el
amor de Dios que se derramó en su familia, en un encuentro espiritual con sus
padres. Fue así que me llamó llorando de alegría, henchido de emoción, para compartir
su felicidad. Felicidad que todavía disfruta y lo emociona y esa emoción lo
mantiene vivo hasta ahora, llena su alma y potencia su espíritu. Hizo la paz
con Dios y ahora es su amigo que sabe lo acompaña y lo acompañará en su viaje,
en su nueva vida, en su nuevo trabajo, en su nuevo país.
A solo una semana de su viaje le negaron la visa de
trabajo, lo que en otro momento hubiera sido una tragedia, lo asumió con
inteligencia emocional, se rió y dio gracias diciendo: otro reto que asumir,
otra situación por resolver, otro aprendizaje que asumir, pero también otras
soluciones por crear y finalizó diciendo: “Esta situación no me robará la
felicidad, ni me separará de la fuerza del amor de Dios. Visa voy por ti.”
En ese momento supe, que ya podía caminar solo, que
ya había descubierto sus potencialidades, que tenía fe en él y fe en Dios que
todo lo podía resolver creando posibilidades, dando opciones a la vida y
caminando hacia la meta con una sonrisa, que era el anclaje de éxito que
practicó, asumió y le dio resultado en todo este proceso coach.
Por mi parte me siento agradecida con la vida, por
la oportunidad de vivir esta experiencia como E-Coach, que ha dejado en mi un
gran aprendizaje de vida, ha sido una experiencia enriquecedora para mi
espíritu, ha sido un encuentro con él, conmigo misma y hasta con Dios.
Encuentro que todavía llena mi alma, alegra mi espíritu y me hace sonreír sola.
Yo también me siento Feliz, teniendo ahora, no a un Coacheé en Nueva York
triunfando, sino a un Amigo. Y quien tiene a un amigo, tiene un tesoro.
Escrito por Cristina
Marcano
Life Coach Trainer Certificada,
Dra. en Administración y estudiosa de la Reputación Coorporativa. Como
profesora titular de la Universidad de Oriente impulso a estudiantes a
descubrir sus potencialidades para lograr culminar sus tesis de grado, haciendo
que vibren con la emoción del conocimiento e identificándolos con su objetivo.
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